LA CADUCIDAD ACECHA AL ERROR INEXCUSABLE

No hay motivo tecnológico, psicológico o pedagógico para permitir el uso de celulares en las aulas. Justo a tiempo para el inicio de clases en la Sierra y Amazonía, el Ministerio de Educación puede emitir la norma que limite la intromisión de teléfonos, redes sociales, y todo lo que éstos conllevan, en los procesos de formación emocional y educativa de nuestros niños y jóvenes. Francia prohibió su uso en 2018. Desde entonces, Nueva Zelanda, Suecia, Inglaterra, Colombia, algunos estados de EE.UU., entre otros, han avanzado en el mismo sentido. Algunos aconsejaron oficialmente a las familias que se abstengan de permitir que los niños y jóvenes usen redes sociales como TikTok, Instagram y Snapchat hasta los 16 años. La evidencia abunda. Además de haberse convertido ya en el arma de bullying por excelencia, las incesantes distracciones tanto por las notificaciones recibidas, como el impulso compulsivo que se desarrolla por el ‘scrolling’ constante, reducen la capacidad de atención, afectan a la autoestima, generan ansiedad y depresión, deterioran la memoria. Es irrelevante preguntarse cuántos alumnos llevan o usan celulares en el aula. El hecho es que para 2025, más del 75% de la población en Ecuador tendrá en su poder un teléfono inteligente; hoy ya existe más de una línea celular por habitante. Se sabe que la presencia de un solo teléfono -mal utilizado- tiene un efecto exponencial en la psique de un grupo de jóvenes. Esta medida no ganará la batalla, pero sí enviará un fuerte mensaje al sistema educativo, a las familias y a la sociedad, de que el Gobierno y usted, ministra Alegría Crespo, están dispuestos a hacer por todos los niños de la Patria, lo que seguramente ya hacen por sus propios hijos.

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