ECUADOR, SOLO EN ESTA GUERRA

En varias ocasiones, el presidente Daniel Noboa se ha lamentado por ver cómo Estados Unidos y Europa comprometen billones de dólares en Ucrania o Medio Oriente, batallas en las que sienten que está en juego la supervivencia de la civilización occidental. Mientras, la lucha que lleva a cabo el Ecuador contra el crimen y el narcotráfico transnacional —una fuerza perversa que envenena el tejido social con mucha mayor eficacia que cualquier autoritarismo o fundamentalismo— apenas recibe apoyo de las grandes potencias. Más cerca, por ejemplo, el vecino del norte recibió a partir del año 2000, cerca de $12.000 millones de EE.UU. como parte del Plan Colombia cuando, Ecuador, le dijo Noboa a Jon Lee Anderson, ha recibido solo $10 millones. La crisis de seguridad en Ecuador está intrínsecamente conectada con redes que abarcan varios continentes. La demanda de droga se genera principalmente en el mundo desarrollado. Los tentáculos de los carteles se extienden por el sistema financiero y judicial global. Tanto los sofisticados arsenales que han inundado las calles ecuatorianas como esa forma atroz de guerrear —con masacres, terrorismo e inenarrables profanaciones— también han venido de afuera. Sin embargo, el costo financiero y humano de batirse contra la principal arteria del narcotráfico internacional recae sobre el Estado y la ciudadanía ecuatoriana. Esta guerra está desangrando a la economía del país. El debilitamiento viene a partida doble —por los costos directos e indirectos de la violencia y por la baja en actividad económica que implica el repliegue de la economía ilegal—. Ecuador requiere apoyo integral en materia de reformas judiciales, intercambio de inteligencia y ayuda financiera para combatir la contaminación total del dinero sucio en su sociedad y economía, así como para contener el avance de las estructuras criminales. Quizá parezca desproporcionado, pero el reclamo del Presidente es justo. No obstante, la ayuda no llegará sola y la estrategia para atraerla deberá ser tanto de públicos como privados.

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