Kota, la “fábrica de estudiantes” de la India, es un hervidero de miles de jóvenes inscritos en centros que los preparan para algunos de los exámenes más competitivos del mundo. Sin embargo, mediáticos suicidios, el desempleo y las recientes filtraciones de estas pruebas de élite proyectan una oscura sombra sobre el futuro de los aspirantes. “Llevo estudiando en Kota un año y medio para los exámenes de ingeniería y es muy competitivo, la verdad es que no es muy acogedor”, admitió a EFE Ayush, un estudiante llegado desde la ciudad de Lucknow.
Este joven de 17 años aspira a hacerse con una plaza en alguno de los exclusivos Institutos de Tecnología de la India (IIT), una ambición que comparten los casi 200.000 aspirantes a ingeniero o doctor que cada año acuden a esta otrora somnolienta ciudad rajastaní. Por la pequeña fortuna de mil euros al año solo en tasas de inscripción, los centros educativos de Kota prometen el éxito a base de interminables jornadas de seis días a la semana. El método consiste en una sucesión de sesiones de repaso, exámenes de prueba y listas de los mejores alumnos actualizadas cada quince días.
INQUIETANTE CIFRA DE SUICIDIOS Kota comenzó a ganarse una sólida reputación a partir de los años noventa como el lugar en el que las familias indias podían enviar a sus descendientes, gracias a la labor del educador pionero Vinod Kumar Bansal. Estas expectativas dieron una segunda vida a una ciudad que comenzaba a ser víctima de una desindustrialización rampante, creando una red de enseñanza que en la práctica funciona, como muestran orgullosos los centros en las páginas de la prensa donde anuncian los alumnos que consiguen las mejores notas. “El sistema educativo en Kota es bueno, muy intensivo”, afirmó a EFE Pramod Maheshwari, fundador de uno de los centros más antiguos de Kota, Career Point.