Cerca de las 10:00, el cadáver de Brigitte García fue llevado hasta el edificio municipal, desde la parroquia Canoa, la tierra que la vio crecer. Un contingente de militares y policías acompañó la caravana. Pese al fuerte control, un grupo de amigos y simpatizantes frenó el recorrido para abalanzarse sobre el féretro que era movilizado en una furgoneta.
“Ay, Brigitte, mi Brigitte, nooo… Brigitte”, exclamó un hombre mientras abrazaba el ataúd. Una dama al interior del vehículo fúnebre lloraba de forma desgarradora. La escena fue impactante. Luego un grupo de obreros municipales cargaron en hombros el féretro hasta los exteriores del cabildo. Un pasillo formado por mujeres vestidas de blanco recibió a Brigitte. Su féretro pasó entre aplausos y lágrimas. Unas 500 personas habían llegado a la explanada donde se levantó una capilla ardiente. Junto al ataúd, una foto gigante de la sonriente Brigitte conmovió a los presentes.