DIFERENTES MANERAS DE SER ANALFABETOS
En Ecuador, la efectiva alfabetización masiva de la población se llevó a cabo apenas en la segunda mitad del siglo XX. No solo que muchas otras sociedades — tanto democráticas como autoritarias— nos llevaban casi un siglo de ventaja, sino que habían transcurrido casi quinientos años desde que Johannes Gutenberg había puesto la palabra escrita y el libro —gracias a la tecnología barata— al alcance de las masas. Fue una oportunidad que perdimos; llegamos tarde para aprovechar la configuración de un mundo que giraba alrededor de la escritura y en el que el poder yacía en la producción y distribución de lo impreso. No hemos terminado de ingresar plenamente en la modernidad ni de adaptarnos laboral y económicamente a ella; el control de los mensajes imperantes, de la cultura y la dirección del sistema recayó en otras naciones. Desde hace algunas décadas, gracias a la tecnología digital, el mundo atraviesa una transformación solamente comparable a la que, en el siglo XV, propició la imprenta. En ese contexto, el analfabetismo digital resulta hoy tan nocivo y retardatario como el analfabetismo llano del pasado. Operar dispositivos, tener nociones de los lenguajes de programación y comprender la lógica de los algoritmos resulta hoy tan importante como, en siglos anteriores, entender un contrato, leer y conocer los derechos propios establecidos en la Constitución, o empaparse de las obras escritas que constituían la columna vertebral de nuestra civilización. El sistema educativo, el Estado y las propias familias necesitan cobrar conciencia sobre la importancia de la alfabetización digital. No debemos repetir el error del pasado.