EL SECTOR PETROLERO AGONIZA FRENTE AL POPULISMO

Durante mucho tiempo, diferentes gobiernos han creído equivocadamente que se puede manejar la política petrolera a escondidas. Insistentemente, se ha creído que es posible gestionar el sector lejos del debate público, tras un manto de discreción, y que las ganancias seguirían fluyendo. El resultado ha sido desastroso. La producción petrolera lleva diez años en picada, sin las inversiones considerables, como el ITT o el OCP, que se veían en décadas pasadas. Revertir este escenario requeriría inversiones y reformas que, por su magnitud, solo podrían llevarse a cabo por medio de un amplio consenso político y social; sin embargo, la clase política se resiste a discutir el tema. Lo que otrora fue un ejemplo de progreso y desarrollo, produciendo técnicos de clase mundial incluso, hoy agobiza frente a la desidia de la política oportunista. No se trata apenas de miedo o de displicencia. Este espiral descendente, producto de la falta de conocimiento técnico y planificación, ha engendrado un orden en el que hay silenciosos ganadores. Mientras el Estado insiste en mirar a otro lado y postergar necesarias decisiones, un nuevo sector rentista que dificulta cualquier transformación se ha consolidado. Ya no es momento para conjuras o intrigas. Si el Ecuador opta por mantenerse en la senda petrolera, debe hacerlo de forma transparente, ordenada y técnica. De lo contrario, en el caso de renunciar definitivamente a esta fuente de energía es necesario proponer alternativas viables y replantear el modelo de energía barata que ha primado durante medio siglo. Lo que ya no es tolerable es este proceder hipócrita, en el que se deja morir a un área estratégica de la economía y se promete a la sociedad mantener privilegios imposibles de pagar, mientras solo se benefician un puñado de vivos.

MÁS NOTICIAS

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore