La mayoría de pescadores de los barcos chinchorreros y de embarcaciones de fibra de vidrio con arte de rizo no están de acuerdo que se haya adelantado la veda de la sardina y los pelágicos pequeños programada para el 17 de enero del 2024 al 27 de febrero de este mismo año. Ellos aseguran que del 22 de diciembre del 2023 al 04 de enero del 2024 hubo una veda en periodo inicial y que después de 13 días hay otra veda de periodo complementario que durará 40 días.
También que cada mes hay 8 días de veda, por el cambio de luna. Leyton Rodríguez Cedeño estima que las vedas tienen que realizarse en marzo y abril de cada año porque las especies como la sardina y los pelágicos pequeños están en crecimiento y desovando. El pescador Carlos Mero Mero cree que deben realizarse las vedas en los meses de marzo y septiembre de cada año “como era anteriormente”.
Para Leonardo Castro Briones con la veda no sólo quedan sin trabajo los pescadores, sino que los comerciantes, los que desviceran los pescados, el que hace fletes a los pescadores y otros grupos de personas que tienen ingresos económicos de esta actividad pesquera. Con la veda de la sardina y los pelágicos pequeños paralizan sus actividades pesqueras artesanos del mar de Crucita, Los Arenales, Las Gilces de Portoviejo; Jaramijó, Machalilla, Salango y Puerto López, Santa Marianita, San Mateo y Santa Rosa de Manta.
El biólogo Limber Alcívar justifica las vedas y señala: “Si queremos mantener el recurso pesquero como la sardina y los pelágicos pequeños debemos acatar las resoluciones ministeriales”, dijo. Antonio Antón asegura que en Perú hay más bancos de peces porque allá sí se respetan las vedas. “Aquí no se respeta el tamaño del pez y cuando están ovando. Así lo capturan y los venden a las harineras de pescados”, agregó.
El biólogo Jorge Figueroa agrega que la sardina y los pelágicos pequeños son los recursos pesqueros más estudiados por el Instituto Nacional de Pesca y con las vedas se evita su captura porque se encuentran en periodo reproductivo. El acuerdo ministerial señala que con la aplicación de este periodo de veda reproductiva se protege el 27,5 por ciento de la biomasa desovante del recurso macarena y especies asociadas, garantizando su supervivencia.
