EFECTO DEL OPERATIVO METÁSTASIS
Todavía es demasiado temprano para conocer la verdad sobre los hechos que el caso Metástasis ha comenzado a destapar. El grado de penetración del crimen organizado en el Estado que sugiere la investigación es espeluznante y la ciudadanía espera respuestas definitivas. Si las más altas esferas de la Justicia y la Policía prestaron servicios al crimen organizado, ¿en realidad descendieron, vendiendo beneficios y servicios, a las pugnas del mundo del narcotráfico, el lavado de activos y las más sucias de las corruptelas? En este contexto, el concurso conducido por el Consejo de la Judicatura para elegir jueces de la Corte Nacional queda irremediablemente mancillado. Resulta impensable que, en medio de todos los cuestionamientos previos y de la situación que ahora enfrenta Wilman Terán, se quiera insistir en un proceso tan deslegitimado. Lo mismo sucede con el intento de enjuiciar políticamente a la fiscal general Diana Salazar. Atacarla, luego de lo sucedido en la madrugada de ayer, sería percibido con justa razón como un desesperado intento de silenciar a la justicia y enterrar verdades incómodas para nuestra democracia. Llama la atención la sincronía entre las graves acusaciones hechas por el embajador estadounidense Michael J. Fitzpatrick sobre la penetración del narcotráfico, los señalamientos hechos por líderes de la oposición en días pasados sobre las relaciones entre personajes públicos y el crimen organizado, y este golpe de la Fiscalía. Queda también la pregunta sobre por qué fueron necesarios catorce meses para analizar la información de los teléfonos de Leandro Norero y proceder en función a ello. Los pendientes que acumula la Fiscalía –corrupción y delitos por todas partesapalancan a los detractores de Diana Salazar, pero este operativo demuestra su valentía, quizá temeraria. Si habrá de continuar persiguiendo al crimen, ¿debía primero asegurarse la oportunidad de hacerlo en el futuro? Resta ahora esperar el desenlace.