RETRATO
Después 13 años finalmente el país tiene los resultados de un nuevo censo. El censo reveló novedades. Una de las principales sorpresas fue que somos un millón de personas menos que las proyectadas, no 18 sino 17 millones. La tasa de fecundidad, es decir el número de hijos que tienen las mujeres descendió. En 2010 era 2,6 hijos y ahora es 2,1 porque las mujeres tienen mayor educación y optan por planificar la familia. Actualmente el grueso de la población corresponde a los jóvenes, pero a futuro habrá una población que envejece, con todas las presiones que esto significa: más jubilados, más requerimientos de cuidados para esa población y menos manos para ayudarla, como ocurre en países desarrollados. Sin embargo, la menor población también ocurre porque hubo más de 90 mil muertes por COVID-19 y también la migración. Por ejemplo, Cañar apenas aumentó 2.400 personas en 13 años. No obstante, también recibimos migración: hay cerca de medio millón de extranjeros, cuya composición varió sustancialmente, más de la mitad es de nacionalidad venezolana y un cuarto es colombiana.
La población es cada vez más urbana, 63,1 por ciento vive en ciudades y 36,9 por ciento en áreas rurales y de no generarse incentivos para evitar el abandono del campo, las ciudades seguirán creciendo de manera desordenada profundizando las brechas de pobreza. Otro dato interesante refleja nuestra concepción sobre la raza: 77,4 por ciento dijo considerarse mestizo, 7,7 por ciento indígena y 4,9 por ciento afro. Por ende, por más excluidas que se consideren algunas minorías sus reivindicaciones no pueden imponerse a la gran mayoría.
Ha habido algunos cuestionamientos a los resultados, por las diferencias con las expectativas y sus consecuencias en el reparto de rentas y de número de asambleístas. Sin embargo, tenemos un retrato, quizá no perfecto de lo que somos, pero al menos cercano a la realidad y por lo tanto útil para planificar con cifras más acordes el desarrollo del país.