CONTROLADORES DESCONTROLADOS
La Contraloría General del Estado debería tener un peso significativo dentro de la institucionalidad democrática. De la vigilancia razonable al uso de los recursos públicos, depende buena cantidad de certidumbre o transparencia a las acciones de los otros poderes del Estado, incluye cualquier otro organismo financiado por el presupuesto general.
En la realidad, nos quedamos siempre fuera de toda certeza de que las cosas se hacen de manera correcta. La sucesión de hechos, desde el titular Carlos Pólit, por solo relacionar los contralores recientes, nos deja asombrados por la capacidad de incluir a su hijo en las acciones para desvanecer glosas, mediante transferencias ilegales a cuentas en paraísos fiscales. El sucesor, hoy sentenciado a prisión domiciliaria, Pablo Celi, no tuvo escrúpulos para seguir con esa práctica en la que involucró a su hermano.
Con un titular subrogando esas funciones, mientras se paraliza a cada momento la designación de un nombramiento legal, nos ponen en la justa medida de los tiempos presentes. Si los funcionarios de control se encuentran descontrolados, cómo estará la situación en cada entidad integrante del Estado, en donde los recursos hasta no se ejecutan en los presupuestos, no se ven obras, ni se dispone de ninguna información. Eso sí los candidatos piden auditirías hasta que asumen el poder.
