DOS EJEMPLOS QUE SE DEBEN REPLICAR
La delincuencia está cambiando los hábitos de los ecuatorianos. Las calles de grandes ciudades y de pueblos pequeños, antes llenas de vida, hoy lucen desiertas muy temprano en la noche e incluso en fines de semana. Las fiestas y celebraciones que se extendían hasta la madrugada, ahora se llevan a cabo en la tarde y con presencia de guardianía privada. A las cenas se invita al atardecer, y mucho antes de medianoche ya todos se han marchado. Más allá de empezar a modificar nuestra idiosincrasia, de naturaleza fiestera, los actos delictivos y las extorsiones están amenazando la supervivencia de muchos negocios, en especial de los nocturnos. Y esto trae más desempleo.
Las iniciativas públicas y privadas que se es- tán desarrollando en ciertas ciudades del país deben replicarse, como el caso de Cuenca, que en los feriados blinda el parque Calderón para garantizar la seguridad de los turistas; o los clubes playeros en General Villamil, que ofrecen alojamiento y entretenimiento para evitar traslados que expongan a los huéspedes a la inseguridad. A la par es necesaria la presencia policial y militar en zonas de alta concurrencia, con actividad comercial, con restaurantes y centros de entretenimiento, en las principales zonas de las ciudades; crear corredores seguros que permitan el rescate del espacio público y la reactivación económica del sector turístico, de negocios y de entretenimiento.