ENTRE DRONES Y LADRONES
Otra perspectiva de nuestra caída libre en un abismo, hasta ahora sin fondo, es el descontrol por incompetencia de todo tipo de delincuencia, sea de manera presencial o virtualmente por las redes. Entre este cada vez más difícil modo de convivir, prolifera la presencia de drones, aprovechados desde el campo de la ciencia, el arte, incluso para los negocios. Pero de manera des- controlada como es nuestro estilo actual de gobernanza.
Detonar un dron en el techo de una cárcel, destruyendo buena parte de su estructura, nos dice del despropósito al uso y alcances de la violencia. Lo mismo que incursionar en iniciativas privadas para facilitar envíos vía dron, sin ninguna regulación, congestionarán buena parte de nuestro cielo inmediato, ya enredado entre cables para todo servicio.
Si la presencia de ladrones asfixia la cotidianidad de los vecinos en las ciudades, ponerlos en la cárcel es como enviarlos a su centro de convenciones desde donde planifican nuevos daños públicos a la sociedad. Completa el caos la desregularización de los drones en libre compra e importación, sin que se les demarque un entorno de presencia, ni siquiera se registre su tenencia ni responsabilidad para casos de accidentes.
Entre drones y ladrones también nos ahoga el contraste entre lo viejo de la delincuencia y lo nuevo de una tecnología incontrolable.