Por evitar robo, a cuidador de carros ladrones le pasaron una moto por encima

El pie izquierdo todavía le sangra y teme que el fuerte sol o el agua de lluvia que ingresa a la herida pueda causarle una infección. Pese a esto, Segundo Semanate continúa trabajando como vigilante de autos frente al Hospital del Adulto Mayor, en el norte de Quito. No puede dejar de hacerlo porque es el sustento de su diario vivir. Cuidar los carros no es su única misión. A él le gusta ser el buen samaritano de la cuadra.

Con su chaleco donado de la Policía está dispuesto a cumplir cualquier favor y a mantener el barrio seguro, aunque casi le cuesta que le amputen una pierna. La tarde del 13 de mayo, escuchó la sirena de un auto y se percató que un delincuente intentaba robarse la memoria. Segundo lo retuvo y forcejeó con este para que no lo hiciera. De pronto, llegó otro sujeto en una moto y le apuntó con un arma de fuego al vigilante.

El delincuente que estaba sometido lo empujó y junto al pistolero lo golpearon. Por si fuera poco, antes de irse le atropellaron el pie con el vehículo de dos ruedas y Segundo se desmayó. El hombre, de 60 años, despertó en el hospital con el pie destrozado. Tenía rotos los huesos de tres dedos y gran parte de la extremidad estaba desollada. Casi le ‘mochan’ el pie por la gravedad de sus heridas.

Un guerrero

Cuando salió del hospital sabía que tenía que volver a trabajar para conseguir dinero y comprar los medicamentos, pagar la rehabilitación y conseguir muletas. Una mujer, quien trabaja en la casa de salud, le ofreció un andador en 80 dólares y él solo tenía 14. Todavía le falta pagarlo. Segundo afirmó que cualquier persona, en su condición, dejaría de laborar, pero él no puede porque debe mantener a tres de sus seis hijos.

Vive con ellos en Cotocollao. A pesar de que tiene prácticamente inmovilizada su pierna izquierda, el cuidador de carros debe desplazarse por la calle Pedro de Alvarado, que es un poco empinada. Lo hace despacio, pero seguro. Aunque el pie le sangre y le duela. Recuerda cuando fue joven y pasó por el servicio militar. “Me enseñaron que debo defender la bandera con mi vida”. Y esa convicción la lleva a su trabajo diario.

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