EDITORIAL

ECUADOR NO ES UN LABORATORIO

El perfil, aunque no parezca, es importante. Y no es para menos. Se trata de la persona que tomará las decisiones que encaminarán al país y que afectarán, positiva o negativamente, a 18 millones de ecuatorianos. Conocer cada detalle de quienes aspiran a sentarse en el sillón de Carondelet es valioso: su pasado judicial, si está al día en el pago de impuesto a la renta, si tiene multas de tránsito acumuladas, si tiene empresas a su nombre o no y cuáles son, los títulos universitarios que registra, lo que ha dicho y no ha dicho, quiénes lo rodean. Todo esto y más construye el perfil y ayuda al votante a crearse una idea de por quién sufragar y por quién no. Y las preguntas que cada candidato debe plantearse son: ¿estoy preparado para ser presidente? ¿Tengo probabilidades claras y reales de pelear la elección o me postulo por cumplir un capricho? Todos se dirán que sí, pero está claro para varios de esos aspirantes que no están preparados y que tienen escasa o nula posibilidad de llegar a los tres primeros puestos, siendo generosos. Responderse sinceramente a esa pregunta también los define y construye su perfil ante los votantes.

Ecuador está cansado de presidentes que cuelgan un par de medallas en su pecho y se jactan de ellas, mientras arrastran pesadas promesas incumplidas que esconden en un armario. Hay que ser sinceros y responsables con los votantes.

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