Dr. Juan Carlos Cassinelli Cali
Ex Ministro de Comercio Exterior, Doctor en Jurisprudencia, Director de Global Trade Consulting. Presidente del Comité de Comercio de Inversiones amcham GYE
Twitter: @JCCassinelli juancarlos@cassinelliabogados.com
Esta semana, a partir del lunes, se está llevando a cabo en Bakú un nuevo encuentro mundial sobre el cambio climático, la llamada COP29. Es sumamente importante lo que se está discutiendo en este foro internacional, considerando que este año ha sido el más caluroso registrado en la Tierra desde que se comenzaron a tomar mediciones en relación con este tema. El aumento de las temperaturas genera una serie de cambios climáticos que estamos experimentando de manera cada vez más progresiva. Cabe recordar que, antes de Bakú, en la cumbre de París, Estados Unidos se retiró del acuerdo durante la administración del presidente Trump. En esa cumbre, al igual que en esta ocasión, los países con mayores recursos económicos acordaron apoyar a aquellos con menos recursos para mitigar, en alguna medida, la crisis climática. Se habla de aproximadamente 100,000 millones de dólares que se destinarían anualmente con este propósito, pero no como una contribución o un favor a los países menos desarrollados. Lo que se deja de hacer en una región tiene impacto en otras, y viceversa. Hoy en día, la comunidad internacional comprende claramente que la crisis climática tiene repercusiones globales: no se trata de que quien contamine más sufra mayores efectos y quien contamine menos tenga efectos menores. Es necesario un enfoque globalizado para mitigar, en la medida de lo posible esta problemática. Mientras tanto, en Ecuador estamos enfrentando una crisis energética que ha sido politizada. Esta crisis es, en gran medida, resultado de la sequía, ya que el país depende de sus fuentes hidroeléctricas para generar electricidad, las cuales están sufriendo problemas de estiaje. Cuando logremos recuperar parte de la capacidad termoeléctrica, es probable que estemos en temporada de lluvias, y entonces no será tan necesaria. Por ello, es esencial que el país se prepare de manera adecuada para estos efectos naturales, invirtiendo en tecnología que permita prever mejor los cambios climáticos y sus graves consecuencias. Ecuador no es ajeno a lo que ocurre en el mundo. La sequía en el Amazonas, los incendios que vivimos este año y las fuertes inundaciones en España, e incluso la caída de nieve en el Sahara, indican claramente que estamos enfrentando una problemática que debe abordarse con gran responsabilidad.