
En Manabí, la llegada del Fin de Año y del Año Nuevo está marcada por una tradición gastronómica muy arraigada: el consumo de gallina criolla.
Para muchas familias manabitas, este plato no solo representa alimento, sino también unión, celebración y respeto por las costumbres heredadas de generaciones anteriores que se preparaban con anticipación para estas fechas. Compartir una gallina criolla en estas ocasiones especiales es una forma de despedir el año que termina y recibir el nuevo con abundancia y buenos deseos.
La gallina criolla puede prepararse de distintas maneras, siendo las más populares en Fin de Año la gallina hornada y la sopa de gallina. La hornada suele servirse acompañada de arroz, ensalada y yuca, mientras que la sopa es apreciada por su sabor intenso y su valor nutritivo, ideal para reuniones familiares que se extienden hasta la madrugada.
Ambas preparaciones destacan por el uso de aliños tradicionales y el sabor característico que distingue a la gallina criolla de la de granja. En los días previos a estas festividades, los mercados de Manabí registran un incremento en la demanda de gallina criolla. El precio habitual ronda los 3,50 dólares la libra, mientras que en pie se la puede adquirir desde los 15 dólares en adelante, dependiendo del tamaño y peso del animal.
A pesar del costo, muchas familias consideran que vale la pena hacer el esfuerzo económico para mantener viva esta tradición. Esta costumbre refleja no solo la identidad cultural manabita, sino también el vínculo con el campo y la producción local. Consumir gallina criolla en Año Nuevo simboliza prosperidad, fortaleza y la esperanza de un año venidero lleno de bienestar, reafirmando así una práctica que sigue vigente y con gran significado para la comunidad.



