EL PODER DE LA ACCIÓN CIUDADANA

La recuperación de nuestras ciudades no llegará por simple presión de los medios de comunicación. Se necesita una ciudadanía con un rol protagónico, que se involucre y deje de observar pasivamente cómo se deteriora su entorno. Exigir soluciones es legítimo, pero pierde fuerza si no va acompañado de participación y vigilancia. En varios cantones los problemas se acumulan mientras las autoridades insisten en que avanzan con una planificación integral. Sin embargo, la movilidad no mejora y los servicios básicos siguen fallando. Pretender que solo la prensa demande respuestas es renunciar al poder comunitario para corregir rumbos y romper inercias que se han prolongado por años. Muestra de esa acción comunitaria efectiva es la reciente celebración en la calle Panamá en Guayaquil, donde espontáneamente la gente, sin ser convocada por ninguna autoridad, y en completo orden, se apropió del sector para bailar, superando el temor a la inseguridad que reina en el centro de esta ciudad, en especial durante las noches. Cuando la gente decide apropiarse de sus espacios el temor retrocede y surge una convivencia distinta. Sin convocatorias oficiales, quedó claro que todo puede transformarse con organización y voluntad. Las autoridades no pueden ignorar esta lección ni la ciudadanía olvidar que su fuerza radica en la acción colectiva y sostenida.

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