A UN AÑO DE CREACIÓN POR EL OCS: EL INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS DE LA ULEAM CONSOLIDA UN SERVICIO QUE HUMANIZA LA CIENCIA

A veces, los grandes cambios comienzan con una idea que parecía imposible. El 8 de octubre de 2024, la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí aprobó, en su Órgano Colegiado Superior, la creación del Instituto de Neurociencias. Un mes después, el 13 de noviembre, el edificio se inauguraba con la presencia de autoridades locales, provinciales y nacionales. Fue un día, lleno de expectativas, pocos imaginaban la magnitud que alcanzaría este espacio en tan poco tiempo.

Abril de 2025 marcó el verdadero inicio. Las puertas se abrieron al público y casi de inmediato, comenzó a sentirse la vida en los pasillos. Los primeros pacientes llegaban con la esperanza de encontrar respuestas a esas batallas silenciosas que libra la mente. Desde entonces, 5.607 atenciones clínicas se han registrado. Las cifras, aunque importantes, apenas insinúan la dimensión humana de lo que allí ocurre.

Hoy, las agendas están copadas. Hay un sistema meticuloso que ordena el ingreso: primero, la evaluación de un profesional, luego trabajo social, después las consultas médicas y neurológicas, y finalmente la ruta terapéutica que, en promedio, se extiende catorce semanas. En la semana doce, el proceso terapéutico concluye; las dos últimas son para reflexionar, evaluar, medir los logros. Hay algo profundamente humano en ese cierre: no solo se revisa la evolución del paciente, también la del equipo que lo acompaña.

La doctora Yelena Solórzano, Directora General del Instituto, habla con una mezcla de orgullo y sensatez:

“Creo que, en este año, y sobre todo desde que abrimos nuestras puertas, hemos sobrepasado nuestras propias expectativas. Hemos estado concentrados en la parte asistencial, pero sin olvidar que somos universidad: debemos hacer docencia, vinculación e investigación. Cada paciente que ingresa es un caso distinto, una oportunidad de aprender. Y siempre, claro, con su consentimiento. Hemos empezado bien. Estamos ofreciendo un servicio que no existía y que la provincia necesitaba. Vamos por la ruta correcta”.

Los números lo confirman. Desde junio, y con mayor fuerza en los meses siguientes, se consolidaron las áreas de Neurorrehabilitación, Terapia Ocupacional, Terapia Física y Fonoaudiología, junto con Psicología Clínica Infantil, Neuropsicología Infantil y Neuropsicología del Adulto. La ocupación roza el cien por ciento. También crecen las áreas de Neurotecnología, donde técnicas como TMS, TES-EEG y Neurofeedback amplían los horizontes del tratamiento.

El panorama clínico dibuja un mapa diverso. En población infanto-juvenil predominan los trastornos del espectro autista, seguidos por los trastornos intelectuales, del aprendizaje y de atención e impulsividad. En adultos se repiten diagnósticos de cefaleas, trastornos afectivos y de ansiedad, y deterioro cognitivo y motor. En los mayores, los desafíos son distintos, pero igualmente profundos: deterioro cognitivo, secuelas de daño cerebral, trastornos afectivos.

Más allá de las paredes del Instituto, la acción comunitaria se ha extendido. En las facultades de la ULEAM se han tamizado 722 estudiantes, y en instituciones educativas como Cinco de Mayo, Juan Montalvo y la Fundación Hope, 788 niños y adolescentes. Actualmente, 301 estudiantes de la Unidad Educativa Juan Montalvo están siendo evaluados. Las pesquisas abarcan salud mental, salud sensorial y entorno familiar. Los casos detectados se derivan luego a atención transdisciplinaria. Es un círculo virtuoso: detectar, acompañar, transformar.

Un año después de su creación bajo resolución universitaria, el Instituto de Neurociencias ya no es solo un edificio ni una cifra en los informes. Es un espacio donde la ciencia se vuelve cercana, donde la investigación se escribe con historias de vida y donde la esperanza tiene un nombre propio.

Quizá lo más valioso que ha logrado no sea el número de atenciones ni la sofisticación de sus equipos, sino algo más simple y esencial: recordarnos que detrás de cada diagnóstico hay una persona intentando volver a sentirse bien, y un grupo de profesionales que cree, con firmeza y humanidad, que eso, es posible.

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