EL CAMBIO COMO LEGADO
Un liderazgo cesado por las balas asesinas, dejó una actitud como ejemplo de la infatigable acción cuando se trata de servir. Para eso debe ser la política y sus integrantes. Cuando se actúa así, la ausencia incluso deja un impulso de actividades a seguir, como una fuerza natural de la visión alineada a los planes en ejecución, es lo que se puede ver sin distorsiones.
Pasan los días, los impulsos de las obras siguen, dado el financiamiento logrado, y se puede afirmar que el cambio sigue, más allá de que se haya dicho como eslogan. Y cuando en los discursos se asume como un legado esa presencia convertida en acciones organizadas, todavía es posible advertir avances.
Se extrañará el valor intangible de esa presencia que quería revisarlo todo, estar al tanto de lo que ocurre, perseguir la lentitud o el descuido, destrabar los obstáculos burocráticos, eso es irremplazable. Pero se asume un legado y precisamente eso, debe ser tomado con seriedad y emular sus acciones.
Si el legado tiene como componente el cambio, y el cambio consiste en desterrar toda mala práctica del pasado, es preciso sostenerla en el tiempo, sin permitir que nos ganen los intereses de grupos. El cambio es un acelerador que se siente cuando disminuye, peor cuando se detiene. Asumirlo es el desafío, el legado.