EL OTRO MAL DE LOS APAGONES

Los cortes de luz que cada cierto tiempo ponen a todos los ecuatorianos de mal humor no son solo por el verano ni porque falte generación. El lío es otro: la red eléctrica está parchada, descuidada y ya no da abasto para tanta demanda. Por eso pasa que, aunque nos repitan que hay suficiente energía en el país, igual nos toca quedarnos a oscuras en cualquier momento. Así como una hidroeléctrica o una termoeléctrica necesitan mantenimiento para seguir funcionando, las líneas de transmisión y distribución también lo requieren, porque son las que realmente llevan la energía hasta las casas, los negocios y las fábricas. Pero mientras se celebran obras millonarias para producir más electricidad, la parte que sostiene todo el sistema se viene abajo por falta de atención y planificación. La electricidad es como un carro: de nada sirve tener un motor potente si las vías están llenas de huecos. Lo mismo pasa con nuestra red eléctrica. Está deteriorada, obsoleta y no tiene la capacidad para aguantar la demanda actual. Si no se refuerza pronto, cada apagón será un recordatorio de lo que se dejó de hacer a tiempo. Esta es solo una parte de un país con servicios en hilachas y que necesita de forma urgente ropa nueva, no ‘cachina’ usada.

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