LAS MISMAS VIEJAS PRÁCTICAS
En este país, manejar la justicia se ha vuelto cuestión de estrategia política. Cambian nombres, se demoran en mandar ternas, se bajan decisiones tomadas por otros y todo huele a lo mismo: a querer tener el control. Y si alguien todavía dudaba de que el Gobierno está jugando sus fichas para asegurarse mayoría en el próximo Consejo de la Judicatura, lo que pasó la semana pasada en el Consejo de Participación Ciudadana lo deja clarísimo. Y como si fuera poco, la Asamblea actual también metió mano: desechó sin mucha vergüenza la terna aprobada por la anterior legislatura. Lo de siempre, pero con nuevos protagonistas. Nadie en el Gobierno ha salido a decir con todas sus letras por qué están retrasando y reordenando todo este proceso. La explicación implícita es que están combatiendo a los malos jueces, que sí existen, y muchos, esos que sueltan a los delincuentes con medidas sustitutivas y dejan que se sigan burlando de policías y víctimas. Sí, es frustrante. Pero una cosa es querer arreglar el sistema, y otra muy distinta es aprovecharse del caos para tomar el control. Porque mientras no den una razón clara y transparente para hacer lo que hacen, esto no se ve como una solución: se ve como más de lo mismo.