Abg. Ramiro Rivera Molina titulo
Político ecuatoriano que ocupó la vicepresidencia del Congreso Nacional entre 2003 y 2005 Profesor universitario en Universidad de las América Presidente del Grupo @elcomerciocom
En el año 1812, el entonces gobernador demócrata de Massachusetts, Elbridge Gerry, diseñó con mañosería y premeditación, una circunscripción electoral para que los demócratas mantuvieran la mayoría, el trazado se parecía a una salamandra. Si usted, lector, revisa Wikipedia, dirá que el origen del término viene de una caricatura de Gilbert Stuart, publicada en el Boston Gazette, titulada: The Gerry Mander, juego de palabras que incluye Gerry y salamander (Salamandra), «Por la caprichosa forma del distrito electoral». Desde tal fecha, quedó sellada la expresión entendida como el diseño descarado en beneficio de un partido (lo dice la RAE). Ya antes, fue incluida desde 1848 en el Oxfort English Dictionary. Exactamente, eso sucedió en nuestro país cuando en el Código de la Democracia, al correísmo se le ocurrió, reemplazar la cartografía electoral basada en las provincias, dividiendo las mismas en distritos, con el pretexto de acercar al elegido con los electores. Se trató de un mecanismo que manipula la división de las circunscripciones electorales con el afán de lograr ganancias extras que se tradujeron en una sobre representación. Para Sartori, en Ingeniería constitucional comparada, la creación de distritos al estilo gerrymandering, es «trazar las fronteras de los mismos de tal modo que, se determine el grupo que ganará la mayoría relativa». Decía: es “un abuso, una burla vergonzosa”. Dieter Nohlen en Ciencia Política y Democracia, afirma que, es «La modificación artificial del límite de las circunscripciones para agrupar electores convenientes». Robert Dhal en su libro: Democracia una guía para los ciudadanos, al explicar el sistema electoral y los distritos dice que, la «proporcionalidad se realiza tanto mejor cuando mayor es el número de representantes a elegir». Si las circunscripciones son pequeñas, la desproporcionalidad en beneficio de la primera organización política será automática, en perjuicio de las organizaciones menores. Entonces, el problema no está en la fórmula matemática que traduce los votos en escaños. No cabe atribuir el problema al sistema D´Hondt ni a Webster. En el 2020 se emigró de D´Hondt a Webster. En el 2025 se ha excluido a Webster por D´Hondt. Con las circunscripciones pequeñas se obsequia un bono de sobre representación a la primera fuerza política. Lo fue para la RC y en las elecciones del 2027, será para ADN. En el fondo, el mecanismo va en desmedro de la proporcionalidad, pero en beneficio de la estabilidad y gobernabilidad. Hay una expresión de sentido común que dice, «el rico se hace cada vez más rico y el pobre se hace cada vez más pobre». Un sistema electoral que premia al primero y al segundo, castigando a los pequeños es como decir: «robar al pobre y dar al rico». No libre de cierta ironía, Duglas W. Rae, autor de Leyes electorales y sistemas de partidos políticos, para explicar la desproporcionalidad que impide la proporcionalidad, recuerda el evangelio de San Mateo, capítulo13, versículo 12: «Al que produce se le dará hasta lo que sobre, al que no produce se le quitará hasta lo que no tiene». La picardía en la manipulación del sistema electoral, se parece a lo que fabricó Mussolini con la Ley Acerbo (1923), con lo que hizo el chavismo en Venezuela (2000), copiado por el régimen de Correa (2009). No fue una ingenuidad. Fue premeditado.