RESOLUCIÓN DE LA OTAN

Una semana intensa en el escenario geopolítico. Se reunieron recientemente los 32 países miembros de la OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que incluye a casi toda Europa y, por supuesto, a Estados Unidos, uno de sus principales protagonistas. ¿Por qué es relevante esta cumbre? Porque en ella se congregan las grandes potencias para debatir temas cruciales de seguridad global. Uno de los asuntos centrales ha sido el aumento del gasto en defensa por parte de los países miembros. La discusión gira en torno a cuánto deben destinar estos Estados a su armamento y preparación ante amenazas crecientes, como las representadas por Rusia o China. Desde su presidencia, Donald Trump ha insistido en que Estados Unidos — uno de los países que más aporta en relación con su PIB— no seguirá sosteniendo la carga si los demás miembros no incrementan su contribución. Actualmente, países como España destinan alrededor del 2% de su PIB a la OTAN, mientras que otros apenas alcanzan el 0,9%. En esta cumbre, Estados Unidos ha propuesto que todos los miembros eleven su gasto al 5% del PIB. Esta propuesta ha sido recibida con escepticismo. España, por ejemplo, ha señalado que alcanzar ese nivel requeriría crear nuevos impuestos o recortar inversiones en sectores clave como el social o educativo. Por ello, se ha acordado que el incremento se implemente de manera progresiva, con el objetivo de alcanzar el 5% hacia el año 2035. No obstante, se advierte que esta meta estará sujeta a revisiones conforme evolucione el contexto global. Este compromiso se complementa con la decisión de la Unión Europea de destinar 800.000 millones de dólares durante los próximos cuatro años para reforzar su defensa. De esa cifra, al menos 150.000 millones se dirigirán a ciberseguridad e infraestructura tecnológica, mientras que los 650.000 millones restantes se invertirán en armamento y equipamiento militar. Estas decisiones —de la OTAN, la Unión Europea y Estados Unidos— ya tienen efectos visibles en los mercados. Las grandes beneficiadas han sido las empresas de armamento, tecnología y ciberseguridad. En contraste, podrían verse afectadas compañías de sectores como la salud o la educación, que podrían enfrentar recortes debido a la necesidad de reasignar recursos en los presupuestos nacionales. Como siempre, cuando se destinan grandes sumas a la seguridad y la defensa, surgen preguntas sobre los impactos reales en la inversión en desarrollo y bienestar social.