PRUDENCIA CON LAS FF.AA.
El país atraviesa un delicado momento en lo que respecta a seguridad. El narcotráfico y el crimen organizado aprovechan la debilidad de las instituciones de vigilancia y control, el sistemático desmantelamiento de la Inteligencia y la falta de herramientas para enfrentar al crimen, todo provocado por políticas antagónicas que pusieron en riesgo hasta su existencia. La Fuerza Pública, con ayuda extranjera, en especial de Estados Unidos y Europa, va levantándose mientras libra una lucha armada con los delincuentes que ven al país como una simple plataforma de envío de cocaína. El enfrentamiento con los delincuentes no durará hasta el 13 de abril, cuando se celebre la segunda vuelta. Esta es una guerra a largo plazo, tal como lo señaló el comandante del Ejército, general Fernando Adatty. Por eso, los procesos de depuración, utilizando incluso contrainteligencia, son válidos para que la Fuerza pueda seguir, limpia, con sus tareas. Si hay pruebas de malos manejos, la Justicia debe actuar. Pero, soliviantar a la población para que cuestione a toda la milicia es contraproducente. No solo por ser época electoral, cuando todo es aprovechado para la polarización, sino porque si fallan las FF.AA., falla el país. Ecuador puede ver en Venezuela lo que pasa cuando sus militares se convierten en enemigos de la población al no depurarse, ser infiltrados por el narco y apoyar a dictadores. Los ecuatorianos están muy lejos de esa realidad. El país merece prudencia en las acusaciones de supuestos malos manejos, pero también cautela para no blindar a uniformados.