LA MARCA PAÍS REQUIERE INVERSIÓN, PACIENCIA Y COHERENCIA

El Gobierno acaba de anunciar, tras un largo proceso, el lanzamiento de la nueva marca país. Supuestamente, estos nuevos conceptos —“Expandiendo nuestra luz” y “Brilla auténticamente”— regirán la imagen del Ecuador ante el mundo e incidirán en todos los ámbitos de relación con otras sociedades y mercados —turismo, promoción de exportaciones, atracción de inversiones, entre otros—. De tener éxito, el país podría cosechar importantes beneficios, que hoy necesita urgentemente. De entre todos los campos, el turismo es sin duda aquel que más se asienta en la imagen y las percepciones. Es, al mismo tiempo, una de las áreas en las que el país más deberá asentarse, necesariamente, para superar el bache actual y retomar el crecimiento económico. Hacerlo, no obstante, requiere invertir de forma sostenida en la promoción del Ecuador en el extranjero. La sofisticación, efectividad y alcance de la industria de la publicidad en el mundo ofrecen oportunidades inmensas que el Estado debe aprovechar. También sería bueno que, finalmente, la marca país se convierta en una verdadera política de Estado, mantenida a largo plazo, en lugar de un nicho que se manosea cada cierto tiempo por motivos comerciales; esa será la única forma de evaluar su utilidad y resultados. De nada servirán los esfuerzos de promoción si las propias autoridades, la clase política y los formadores de opinión insisten en proyectar un cuadro de caos y descomposición nacional al mundo. Es necesario sembrar la conciencia de que no es lícito, en nombre de las pugnas políticas internas, dañar la imagen internacional del país

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