LA SÓRDIDA ESTELA QUE DEJA EL CASO PURGA

Los testimonios anticipados de Daniel Salcedo y Mayra Salazar ante la Corte Nacional de Justicia, el día de ayer en el contexto del caso Purga, aportaron más detalles sórdidos sobre la presunta trama de corrupción judicial. Por un lado, se trata de afirmaciones que deben tomarse con cautela —se trata de acusados interesados en la cooperación eficaz y penas reducidas, y, al menos en el caso de Salcedo, con un historial de sentencias y fugas—; sin embargo, por el otro, no dejan de ser testimonios bajo juramento, susceptibles de pena por perjurio, que llaman la atención por la cantidad de pormenores y narraciones coincidentes. A la Fiscalía le corresponderá proveer el debido sustento y a los jueces analizar las pruebas de manera ecuánime. Si es que lo que dicen los procesados es cierto, el país estaría ante un dantesco entramado de corrupción judicial que hace que la verdad o la razón, incluso en las más altas instancias, importen ya muy poco. Jueces con tarifa que se venden con la mayor desfachatez; arreglos entre miembros del Consejo de la Judicatura, políticos y jueces para trasquilar impunemente a quien les plazca, incluso a empresas públicas e instituciones del Estado; relacionamiento habitual con el crimen organizado; redes de movimiento de dinero para pagos ilegales que abarcan a numerosos “amigos”; todo ello es parte de ese mundo que describen Salcedo y Salazar. Es inconcebible que tramas tan amplias no dejen abundante rastro y numerosos testigos. Basta de fingir que nadie ha visto nada y que tanta riqueza sucia es fácil de ocultar. El grado generalizado de descomposición y la cantidad de involucrados exige un castigo severo y extendido, que devuelva, aunque sea en parte, la capacidad disuasiva de la Ley.

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